miércoles, 3 de febrero de 2010

3 de febrero de 1921: Matanza en la Oficina Salitrera San Gregorio

La matanza
de San Gregorio


EL sector de máquinas de la Oficina San Gregorio. (Iconoteca Universidad de Antofagasta).

Al iniciarse en 1914 la primera guerra mundial, la industria salitrera experimentó una grave crisis. Los buques que exportaban el salitre pertenecían a los países beligerantes, en consecuencia, se produjo una falta de transporte. Además, Alemania, el mayor consumidor de nuestro nitrato natural, sufría el bloqueo marítimo y terrestre que le impusieron los aliados. Sin embargo, las exportaciones subieron bruscamente en 1916-1917 al emplearse el salitre en la fabricación de explosivos, lo que provocó un alza de su precio.

Al terminar el conflicto y advenir la paz, era inevitable que el consumo de salitre disminuyera. Por otra parte, se había creído que la guerra duraría varios años más y los compradores europeos habían acumulado grandes reservas, formándose, especialmente en Inglaterra, stocks de especulación. Otros factores como la desvalorización monetaria que sufrían algunos países compradores; la baja espectacular del precio del algodón norteamericano y la crisis de esa industria (que era una gran consumidora de nuestro salitre), y la competencia del salitre sintético que, gracias a la política proteccionista que adoptó Alemania marginó del mercado centroeuropeo a nuestro salitre natural, hicieron que la crisis salitrera de 1921-1922 fuese inevitable y tan grave que “de las 134 oficinas salitreras que funcionaban entonces, 91 paralizaron sus actividades”(1).



El libro del historiador Floreal Recabarren, editado por LOM. Trata a fondo la masacre de San Gregorio e incluye las fotos que reproducimos en estas páginas.

La crisis ya era vaticinada por la prensa antofagastina en 1920. La situación se vio agravada por la brusca caída de la demanda de cobre, cuya producción había aumentado desde que comenzara a explotarse Chuquicamata en 1915. Antofagasta se estaba convirtiendo en una ciudad de cesantes. En las oficinas salitreras que seguían trabajando los empresarios recurrían a los despidos y rebajas de salarios, sumándose a estas prácticas la negativa a pagar desahucio a los trabajadores despedidos. Luis Emilio Recabarren y otros dirigentes de la Federación Obrera de Chile (Foch) recorrían la pampa organizando a los trabajadores, predicando la resistencia y el no abandono de las oficinas mientras no se pagara el desahucio.

LOS SUCESOS
DEL 3 DE FEBRERO

La firma Gibbs y Cía. avisó, a mediados de enero de 1921, al “gringo” Daniel Jones López (en realidad chileno) administrador de la Oficina San Gregorio del cantón de Aguas Blancas, que su paralización se cumpliría en los primeros días de febrero. Mr. Jones dio el correspondiente aviso a los trabajadores, los que exigieron el pago del desahucio. Esto a juicio de los empresarios era improcedente, tanto legal como moralmente, pues habían dado con quince días de anticipación el aviso de despido. El intendente de la provincia, Luciano Hiriart Corvalán, comunicó a fines de enero al presidente de la República, Arturo Alessandri Palma, esta situación. Alessandri respondió “recomendando” emplear las “fuerzas morales del razonamiento y convicción” y que “si la resistencia obrera a abandonar oficinas salitreras continúa, procure ir personalmente” a explicar que los salitreros y el Fisco no tienen plata para continuar la producción de salitre. Era una simple “recomendación” y no una “orden precisa”, cosa que hace notar el historiador Ricardo Donoso(2), dejando así que “los militares hiciesen la subida a la pampa por su cuenta, sin control de una autoridad civil”. Para mantener el orden, a fines de enero el intendente Hiriart había mandado a establecerse en San Gregorio a un grupo de cinco carabineros mandados por el teniente Lisandro Gainza. Como la tensión continuaba, decidió reforzarlo con un pelotón de veinte soldados al mando del teniente Buenaventura Argandoña Iglesias, del Regimiento Esmeralda de Antofagasta que llegó a San Gregorio el 3 de febrero. A las 5 de la madrugada, el teniente acompañado de su tropa recorrió el campamento anunciando que a las 7 un tren los conduciría a Antofagasta. Esto encontró tenaz oposición de Luis Alberto Ramos Bustamante, miembro del subconsejo de la Foch en San Gregorio; el tren partió con pocos pasajeros.

A las 13:30 partió otro tren con las familias de algunos empleados. A las 15 horas comenzaron a llegar grupos de obreros “portando banderas rojas y cantando canciones socialistas” -como se lee en el copiador de sentencias criminales de la Corte de Apelaciones de Iquique- procedentes de distintas oficinas del cantón (como La Valparaíso, Eugenia, Marusia, Pepita, etc.), para prestar ayuda a sus compañeros. “Todos conocían el significado de tropas militares en las oficinas salitreras, cuando se discutían los pliegos de peticiones o había vientos de huelga”(3). Según declaración judicial del teniente Gainza, Argandoña había calculado 2.300 obreros. Estas columnas se reunieron en la plaza donde se realizó una concentración para escuchar a los dirigentes, que reclamaron la cancelación del desahucio y reafirmaron la decisión de no abandonar la Oficina mientras la casa Gibbs no se comprometiera a pagar.

Alrededor de las 5 de la tarde una abigarrada columna encabezada por los dirigentes de la huelga, seguidos por las mujeres, los niños y, por último los trabajadores, se dirigió a la administración. Los dirigentes pidieron hablar con Mr. Jones para entregarle un petitorio. El administrador se hizo acompañar por los tenientes Argandoña y Gainza. Como los manifestantes seguían avanzando, Argandoña les ordenó no atravesar la línea férrea que cruzaba el lugar, lo que no fue acatado. Los manifestantes formaron, luego, un semicírculo para entrevistarse con Mr. Jones. El obrero Casimiro Díaz, miembro de la comisión negociadora, levantando su libreta reclamó la cancelación del desahucio. Mr. Jones le expresó que aceptaba pagarlo, pero no en la Oficina sino en Antofagasta. La reacción de los obreros fue rechazar esta oferta. En ese instante comenzaron los disturbios, precisamente cuando “Alejandro Fray Douglas, gerente y representante de la empresa Gibbs miraba las alternativas del conflicto oculto en la Oficina Valparaíso, a 4,5 Kms de San Gregorio. En lugar de tomar medidas para resolver la situación, le fue más fácil coger el teléfono para informar al intendente de la provincia que la violencia había estallado”(4).

De acuerdo a la declaración que hiciera posteriormente el sargento 2° Juan Reyes, el teniente Argandoña dio la orden de disparar, desbandándose los manifestantes hacía el campamento. Pero los más audaces enfrentaron a la tropa. Argandoña fue levemente herido en la mano izquierda y se refugió en la oficina de contabilidad, disparando desde una de las ventanas. “Disparó su revólver cuatro veces contra los insubordinados”, según manifestó a El Mercurio el 10 de agosto de 1921 otro de los testigos. Los ánimos de los obreros se enardecieron al ver caer a sus compañeros y, tras derribar la puerta de la oficina de contabilidad, se abalanzaron sobre Argandoña y lo sacaron a la fuerza, ultimándolo frente a la pulpería. La causa precisa y necesaria de la muerte, según el informe del médico legista, fueron “las lesiones traumáticas, dada su naturaleza y situación, recibidas después de las heridas a bala”. Estos traumatismos seguramente fueron causados -según declaración del testigo Ramón Payne- “por un hombre alto, de traje blanco y como de 40 años, (quien) le daba golpes con todas sus fuerzas con una barreta de fierro, cayendo entonces el teniente asesinado”.

El teniente de Carabineros Lisandro Gainza, cuya conducta fue posteriormente motivo de críticas, “tomó su caballo y huyó desesperado por la pampa”(5). El administrador Jones, que había huido hacia el campamento, fue reducido por los obreros recibiendo numerosos golpes y cuatro heridas con instrumentos punzantes y cortantes, algunas muy graves, que le afectaron un pulmón y le provocaron una intensa hemorragia.

Vicuña Fuentes expresa que “en San Gregorio los dragones y carabineros al mando del cabo (Luis Alberto) Faúndez se defendieron heroicamente de la poblada que los tenía sitiados. La superioridad de las armas y las paredes del cuartel los ponían a cubierto de una sorpresa violenta, pero su situación era crítica y aprovechando la noche se retiraron a caballo a una poblada vecina”(5). (Cabe señalar que, en verdad, estaban comandados por el sargento Juan Reyes. El cabo Faúndez fue una de las dos únicas víctimas que tuvieron que lamentar en esa huida los uniformados).

Después de horas de persecución los obreros se convencieron de la imposibilidad de su intento y decidieron volver al campamento, por lo que los fugitivos pudieron llegar sin problemas a las 9 de la mañana del 4 de febrero a Laguna Seca, donde supieron que el mayor Rodríguez se dirigía con refuerzos a San Gregorio. ¿Qué había pasado entretanto en el campamento? Abandonada la Oficina por los soldados y carabineros, los obreros dirigidos por Luis A. Ramos se encargaron de restablecer el orden, se hicieron cargo de la farmacia y la pulpería, con el objeto de distribuir medicinas y alimentos. Como no encontraron al médico Rodolfo Barrow que atendía la Oficina, el practicante Pedro Rivas se dedicó a curar a los heridos. Al comprobar lo mal herido que estaba el administrador, le puso inyecciones de cafeína con aceite alcaforado. A las cuatro de la mañana llegó el doctor Barrow, quien verificó que el pulso de Jones era cada vez más lento. Un grupo de dirigentes llevó al administrador un papel en que se decía que al solicitarle los obreros el desahucio, Argandoña les había disparado, el que fue firmado por Jones junto con una misiva al jefe de las fuerzas que vendrían de Antofagasta en que se le pedía abstenerse de hacer uso de las armas contra los obreros. Antes de las 9 de la mañana los trabajadores de las otras oficinas regresaron a sus hogares, por lo que cuando llegaron los primeros refuerzos, a cargo del teniente Cristi, sólo encontraron a los pobladores de la Oficina San Gregorio.

DESPUES DE LA TRAGEDIA


Luis Alberto Ramos, dirigente sindical de San Gregorio, fue condenado a muerte y amnistiado en 1925. (Iconoteca Universidad de Antofagasta).

El resultado de la tragedia -según el historiador Luis Vitale(6)- fue de 65 obreros muertos y 34 heridos, de los que tres murieron antes de llegar a Antofagasta. Entre los militares murieron el teniente Argandoña, el cabo Faúndez y el soldado Juan Vera, todos del regimiento Esmeralda. Murió, asimismo, el administrador de la oficina, Daniel Jones, cuando era trasladado a Antofagasta. La cifra de 500 obreros muertos que dan algunos autores (como Julio César Jobet y Hernán Ramírez Necochea), parece exagerada y no coincidente con las informaciones de la propia prensa obrera. En efecto, en El Socialista de Antofagasta, de 5 de febrero, se expresa que después de cuatro descargas, más de cien obreros habían quedado en la pampa entre muertos y heridos, y más adelante puntualiza que los muertos eran setenta; el Abecé de Antofagasta, de 11 de febrero, publica las declaraciones del panadero de la Oficina, Delicio Castillo, quien dice que los obreros muertos y heridos pasaron de cien, y Luis Emilio Recabarren en declaraciones a La Epoca, de Santiago (reproducidas en La Reforma de Antofagasta, el 11 de febrero), calcula en sesenta los muertos y un centenar de heridos. En cambio, las fuentes “oficiales” (declaraciones de los militares involucrados, partidas de defunción del Registro Civil, etc.) sólo hablan de 30 a 39 muertos. Una posible explicación de esta disparidad es que en la Oficina San Gregorio el 5 de febrero resultaron muertos efectivamente treinta y tantos obreros (todos, menos uno, a bala), pero el resto murió fuera de la Oficina, o posteriormente.


Nos basamos en los siguientes hechos:
1°) La comisión de la Foch de Antofagasta que el 5 de febrero (dos días después de los sucesos descritos) subió a la pampa autorizada por el intendente, declaró: “Haber visto 36 cadáveres. Hay indicios de que quedaron otros tantos en la pampa”;
2°) El entonces jefe de pampa de la Oficina, Guillermo Argandoña, contó al profesor Floreal Recabarren “que hicieron una zanja y los enterraron afuera de la Oficina entre los ripios”. Lógicamente estos no figuran en las partidas de defunción;
3°) Existen versiones de que las fuerzas que llegaron a San Gregorio después de estos hechos tomaron venganza eliminando a los heridos, lo que es negado por Floreal Recabarren, aduciendo que estas versiones no coinciden con el informe de la comisión de la Foch. Sin embargo, basta leer el informe (publicado en el Abecé el 8 de febrero), para comprobar que se refiere a los trabajadores que estaban en sus casas en el campamento, los que fueron apartados “de sus mujeres y niños” y encerrados en una bodega, “verdadero campo de concentración”, y no a los heridos que estaban en una sala especial. Un informe posterior (8 de marzo) hecho por dos dirigentes nacionales de la Foch, Manuel Hidalgo Plaza y Eduardo Bunster, expone: “Al día siguiente de ocurridos los sucesos, llegaba un nuevo destacamento de tropas, al mando del mayor Rodríguez, quien había de cometer las mayores atrocidades que con los obreros se había cometido en la pampa. Al grito de vengar al teniente Argandoña, la tropa penetró a la sala donde estaban los heridos y a culatazos destrozó las cabezas de los heridos que ahí se curaban”. Aún más, agrega: “Realizada esta humanitaria labor hicieron irrupción en el campamento dedicándose a cazar obreros, hasta el punto que los asesinatos cometidos en ese día fueron casi el doble de los que hubo en el día de la refriega. De los oficiales que se caracterizaron por su brutalidad contra los obreros debe citarse al teniente Troncoso, que no pudo realizar su obra debido a la actitud del mayor Rodríguez”. De acuerdo a lo expuesto no resultaría tan inexacto -como pretende Floreal Recabarren- el relato que hace Vicuña Fuentes en cuanto que “el ejército fue a San Gregorio no a cumplir la función pública de restablecer y resguardar el orden, sino a ejercer una innoble venganza, doblemente ciega, porque no se sabía el verdadero motivo de la muerte de Argandoña ni se cuidó de comprobar la relación mentirosa del cobarde teniente Gainza”(6).


Patricio Manns, al hablar de “San Gregorio: la primera de las seis matanzas de Arturo Alessandri Palma”(3), expresa que los heridos fueron conducidos en trenes calicheros a Antofagasta. “Allí, los hombres, las mujeres y los niños heridos, fueron atacados y varios de ellos muertos por las guardias blancas, lo que puede revelar más claramente todavía la atrocidad con que el Estado de Chile sellaba la suerte de sus trabajadores, pues las guardias blancas actuaban con pleno acuerdo del ejército. Las autoridades de gobierno, encabezadas por el presidente Arturo Alessandri Palma, felicitaron al intendente de la provincia, Luciano Hiriart Corvalán”.


Ricardo Donoso, por su parte, expresa: “Ciento treinta víctimas cayeron en el campo, entre ellas muchas mujeres y niños”, según afirma Vicuña Fuentes(5).


El presidente Alessandri facultó al intendente “para que tome mientras tanto y adopte absolutamente todas las medidas que su prudencia le aconseje y tendrá mi amplia aprobación”.


Hiriart envió un destacamento de 50 hombres con dos ametralladoras pesadas al mando del mayor Arancibia y del capitán Contador a la pampa de Aguas Blancas. Una avanzada de diez hombres a las órdenes del teniente Cristi partió en la madrugada en dirección a San Gregorio. Al mismo tiempo, otras fuerzas partieron a diversos puntos de la pampa con la orden terminante de hacer fuego sobre cualquier grupo sospechoso que se presentase en el camino de Aguas Blancas(4). En Antofagasta, se dispuso que guardias armados recorrieran las calles resguardando el orden y que el comandante general de armas repartiese rifles al Cuerpo de Bomberos. Todo estaba encaminado a evitar una huelga general.


El gobierno decretó el estado de sitio para la provincia y llamó a las reservas del Regimiento Esmeralda. El 5 de febrero llegaron el vapor Huasco, con 79 soldados del Regimiento Coraceros y el día 6 el crucero Esmeralda, con marinería y 270 hombres que fueron enviados al interior, permaneciendo durante tres meses acantonados en el sector de Aguas Blancas y Pampa Central.


La opinión pública, entretanto, estaba interesada casi exclusivamente en las próximas elecciones parlamentarias. En Antofagasta obtendría un triunfo espectacular el candidato del Partido Obrero Socialista, Luis Emilio Recabarren.


Para establecer cómo ocurrieron los hechos y sancionar a los culpables, tanto la justicia ordinaria como la militar iniciaron las correspondientes investigaciones. La Corte de Apelaciones de Iquique, a petición del gobierno, nombró a uno de sus integrantes, Ismael Poblete, como ministro en visita. En el proceso el breve sumario del mayor de Carabineros Jorge Leiva, como fiscal, figura como uno de los antecedentes tomados en consideración. La investigación demoró varios meses y es fácil deducir que se trató de responsabilizar -a pesar de no contar con pruebas- al dirigente sindical Luis Alberto Ramos de la muerte del teniente Buenaventura Argandoña.


En agosto de 1922 la Corte de Apelaciones de Iquique pronunció sentencia definitiva por la que se condenó a los dirigentes Luis Alberto Ramos, Casimiro Díaz y Manuel Jaque a la pena de muerte por el delito de robo con homicidio en la persona del teniente Argandoña; a otros obreros a 10 años de presidio por el delito de robo con fuerza en las cosas, y a penas menores al resto. La Foch periódicamente realizaba concentraciones en Antofagasta y pueblos del interior exigiendo la libertad de los reos. En 1925 la junta militar de gobierno, integrada por el civil Emilio Bello Codecido, el general Pedro Pablo Dartnell y el almirante Carlos Ward, amnistió mediante un decreto a todas estas personas, que salieron en libertad el 30 de enero de dicho año


RENE BALART CONTRERAS


Bibliografía:
(1) Oscar Bermúdez Miral. Breve historia del salitre. Ediciones Pampa Desnuda. Santiago, 1957.
(2) Ricardo Donoso. Alessandri, agitador y demoledor. Tomo I. Fondo de Cultura Económica. México, 1958.
(3) Patricio Manns. Chile: una dictadura militar permanente (1811-1999). Ed. Sudamericana. Santiago, 1999.
(4) Floreal Recabarren R. La matanza de San Gregorio. 1921: crisis y tragedia. 2° edición. LOM Ediciones. Santiago, 2003.
(5) Carlos Vicuña Fuentes. La tiranía en Chile. Tomo II. Imprenta y Litografía Universo. Santiago, 1928.
(6) Luis Vitale. Interpretación marxista de la historia de Chile. Tomo IV. 2° edición. LOM Ediciones. Santiago, 1993.


fuente: http://www.puntofinal.cl/560/sangregorio.htm


Otro link recomendable sobre el tema:

http://www.archivochile.com/Historia_de_Chile/sangreg/HCHsngreg0002.pdf


domingo, 31 de enero de 2010

31 de enero de 2008: Muere Volodia Teitelboim














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ADIOS A VOLODIA

por Manuel Toledo/ BBC Mundo

Volodia Teitelboim, uno de los más destacados intelectuales y políticos de Chile, falleció este jueves, a los 91 años de edad, en una clínica de Santiago como consecuencia de una crisis respiratoria.

Teitelboim fue abogado, diputado, senador y secretario general del Partido Comunista de Chile.

Por su vasta contribución a las letras chilenas, recibió en 2002 el Premio Nacional de Literatura.

"Tenemos un gran respeto por Volodia, como un luchador por la gente más vulnerable", dijo la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, después de visitarlo, el martes, en la clínica de la Universidad Católica de Santiago, donde se encontraba internado.

En nuestra última conversación telefónica, a principios de enero, Teitelboim, quien me honró con su amistad, me dijo que se sentía muy débil, pero que quería seguir luchando.

Se lamentaba de que no podía viajar como antes -uno de sus últimos viajes fue a Cuba, en 2006, para participar en varios simposios sobre su amigo, el presidente Fidel Castro- y de cada vez eran menos frecuentes sus apasionados encuentros con su amante, la literatura.

La amante

"La política era mi mujer legítima y la literatura, mi amante. La amante me rondaba por las noches, pidiéndome cuentas", escribió alguna vez.

La política era mi mujer legítima y la literatura, mi amante. La amante me rondaba por las noches, pidiéndome cuentas
Volodia Teitelboim

Esa pasión comenzó en su infancia, cuando entre sus grandes ídolos estaban Gabriela Mistral y Pablo Neruda, quien años después se convertiría en uno de sus amigos más cercanos.

"Fue una amistad que duró 36 años", nos dijo en una entrevista con motivo del centenario de Neruda, publicada por BBC Mundo en 2004.

Valentín Teitelboim Volosky, más conocido como Volodia, había nacido en Chillán, en el centro de Chile, el 17 de marzo de 1916.

Sus padres eran los inmigrantes judíos Moisés Teitelboim, ucraniano, y Sara Volosky, moldava.

A los 16 años, después de vivir un corto tiempo en las ciudades de Talca y Curicó, llegó a Santiago, donde empezó a estudiar derecho en la Universidad de Chile.

La mujer legítima

Fue en esa época que comenzó a militar en las Juventudes Comunistas y más tarde ingresó al Partido Comunista de Chile.

Pablo Neruda y Volodia Teitelboim en Normandía, Francia. (Foto tomada por Julio Cortázar)
Pablo Neruda y Volodia Teitelboim en Normandía, Francia. (Foto tomada por Julio Cortázar)

En los años 40, esa militancia le costó la persecución y el destierro a la localidad de Pisagua, cuando el presidente Gabriel González Videla impuso la Ley de Defensa de la Democracia, conocida popularmente como "ley maldita", que eliminaba de los registros electorales a los comunistas.

Neruda, que en esos momentos era senador, tuvo que esconderse y escapar a Argentina, a través de los Andes, después de que pronunciara un discurso contra esa ley en el senado.

Cuando los comunistas pudieron volver a participar legalmente en la vida política chilena, Teitelboim fue diputado por Valparaíso, de 1961 a 1965.

Después, a iniciativa de Neruda, quien se convirtió en su "generalísimo" o jefe de campaña, se presentó como candidato a senador por Santiago y fue elegido en dos ocasiones.

"Cuando el partido tuvo de nuevo derecho a elegir, quiso que Neruda fuera candidato a senador por Santiago, pero él dijo: 'No, con una vez basta, que sea Volodia'", le contó Teitelboim a BBC Mundo.

Pinochet

Según cuentan, Teitelboim se convirtió en uno de los grandes oradores del senado chileno.

Volodia Teitelboim, Salvador Allende y Pablo Neruda.
Teitelboim, Allende y Neruda, en la casa del poeta en Isla Negra, Chile.

Una vez le pregunté si había conocido en esa época al general Augusto Pinochet.

"Sí", me respondió, "recuerdo que en una ocasión se me acercó y me dijo: 'Señor Teitelboim, tengo algo que confesarle'".

"Le tengo mucha envidia. Cada vez que mi esposa lo escucha hablando por televisión dice que yo debería hablar así", añadió Pinochet, según Volodia.

Teitelboim fue senador hasta el golpe de estado de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973.

"El presidente Salvador Allende me había enviado a conversar con François Mitterrand, entonces secretario general del Partido Socialista de Francia, y con otros amigos de Chile para contarles la tensa situación que se vivía en el país, cuando ocurrió el golpe", nos dijo.

Teitelboim, quien tenía previsto volar a Santiago ese mismo 11 de septiembre desde Moscú, permaneció 15 años exiliado en la Unión Soviética, desde donde dirigió el programa "Escucha, Chile", de Radio Moscú.

Humanismo

Hacia el fin del régimen militar chileno, Teitelboim regresó clandestinamente a Chile y se presentó ante las autoridades en 1988.

Me guío por principios milenarios, porque este anhelo de justicia, del derecho a vivir una vida humana, plena, eso se ha sentido siempre, a través de miles de años
Volodia Teitelboim

Un año después, lo eligieron secretario general del Partido Comunista de Chile, cargo que ocupó hasta 1994, cuando lo sustituyó Gladys Marín.

Hasta el final de su vida se mantuvo fiel a sus principios que, según él, traduciéndolos a la luz del tiempo, eran los del humanismo y el derecho a la justicia social.

"Me guío por principios milenarios, porque este anhelo de justicia, del derecho a vivir una vida humana, plena, eso se ha sentido siempre, a través de miles de años", le dijo a BBC Mundo.

"Las religiones también lo han propuesto, también lo hizo Carlos Marx en el siglo XIX y, en la esencia, él tiene razón, aunque muchas de las cosas que dijera fueran cosas de su época y ya no tuvieran vigencia, pero el sueño principal es ése".

"No voy a militar, digamos, en el partido de los satisfechos, de los que abusan, de los que hacen guerras, de los que admiran al presidente Bush, no, nada de eso", añadió.

"Antes del olvido"

Su regreso a Chile le permitió dedicarle más tiempo a la literatura.

Volodia Teitelboim    Foto: Manuel Toledo
En los últimos años, escribió su autobiografía y varios libros sobre Neruda.

Uno de sus primeros proyectos, concluido en 1991, fue publicar una biografía de Gabriela Mistral, con quien se sentía en una deuda por haberla excluido de su polémica "Antología de poesía chilena nueva", realizada en colaboración con Eduardo Anguita, en 1935.

También escribió una biografía del poeta chileno Vicente Huidobro, de quien, según nos dijo, en su juventud recibió "una revelación, así como el rayo de Damasco", y otra, llena de anécdotas personales, de su amigo Pablo Neruda.

En 1996 publicó "Los dos Borges: vida, sueños, enigmas" y en los últimos años estaba trabajando en una biografía de Juan Rulfo.

De 1997 a 2004 escribió los cuatro tomos de "Antes del olvido", "una supuesta autobiografía que no es autobiografía, pero es lo que yo pienso".

Y en 2007 se reeditó su novela "Hijo del salitre" (1952), su más conocida obra de ficción, además de "La semilla en la arena" (1957).

Reencuentro

En los últimos años, además de sus problemas de salud, tuvo dificultades en el plano familiar que le afectaron mucho.

Bibliografía breve de Volodia Teitelboim
"Antología de poesía chilena nueva", con Eduardo Anguita, 1935
"Hijo del salitre", 1952
"La semilla en la arena", 1957
"Neruda", 1984
"En el país prohibido", 1988
"Gabriela Mistral pública y secreta", 1991
"Huidobro, la marcha infinita", 1993
"Los dos Borges: vida, sueños, enigmas", 1996
"Antes del olvido", 1997-2004

En 2005, el destacado científico Claudio Teitelboim, a quien él había criado como a un hijo, se enteró de que él no era su padre biológico, sino el diplomático Álvaro Bunster, ya fallecido, y se cambió el apellido, luego de romper públicamente con Volodia.

La última vez que lo visité en Santiago, en 2006, Volodia me dijo que ésa era una gran tragedia porque él quería mucho a Claudio y a sus hijos quienes, hasta ese momento, no se habían comunicado con él.

Él tenía la esperanza, cada vez más tenue, de que pudiera tener lugar una reconciliación.

Afortunadamente, según cuenta la prensa chilena, Claudio Bunster visitó a Volodia en su lecho de muerte.

"Él me apretó la mano y fue un momento mágico de reencuentro", dijo Bunster.

Respeto

Personalmente, me será difícil olvidar su gran calidez humana y su preocupación, hasta los últimos días de su vida, por los demás.

Cuando hablamos hace pocas semanas, lo primero que hizo fue preguntarme por la salud de Brigitte Pring-Mill, la viuda del eminente nerudista y ex profesor de Oxford Robert Pring-Mill, gracias a quien nos conocimos.

En julio de 2005, después de los atentados terroristas en Londres, uno de los primeros mensajes que recibí fue el suyo.

Tampoco olvidaré el gran respeto con que trataba a sus interlocutores, en sus largas conversaciones, ni su agudísimo sentido del humor y su ironía.

"NO acompañaré al caballero que se fue. Trataré de demorarme al máximo", me escribió en diciembre de 2006, a los pocos días de la muerte de Pinochet. Ése fue su único comentario.


Fuente: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7221000/7221394.stm




sábado, 30 de enero de 2010

30 enero 1950: Se publica clandestinamente "Canto general" de Pablo Neruda



Neruda, González Videla y la Ley Maldita

Por Carlos Huneeus y Luz María Díaz de Valdés

Una huelga legal de los sindicatos del carbón de Lota y Coronel en el invierno de 1947 fue el pretexto escogido por González Videla -de quien Neruda había sido jefe de propaganda durante la campaña presidencial- para iniciar una política anticomunista y formar una mayoría parlamentaria con los partidos de derecha. Denunció un supuesto complot para sabotear la producción y la vida nacional obedeciendo instrucciones del exterior, convencido de que la Guerra Fría que comenzaba en Europa también se daba en Chile.

La figura de Neruda como político incluye su breve etapa como senador: aún con su nombre civil - Ricardo Neftalí Reyes Basoalto-, fue elegido en marzo de 1945 por las provincias de Tarapacá y Antofagasta, en una lista conjunta del Partido Comunista, el Partido Radical, los socialistas y el Democrático, encabezada por Gabriel González Videla, quien se preparaba para las elecciones presidenciales de 1946.

Permaneció en la cámara alta menos de tres de los ocho años de su mandato. En febrero de 1948 fue desaforado por iniciativa del Presidente González Videla, acusado de “ultraje a la nación e injurias y calumnias en contra del Presidente de la República” por “los delitos contra la seguridad interior del Estado y contra el orden público”, contemplados en la Ley de Seguridad Interior del Estado de 1937.

González Videla pidió el desafuero tras la publicación de un artículo en los diarios El Nacional de Caracas (el 27 de noviembre de 1947) y en El Popular de México (el 6 de diciembre), que Neruda tituló “La crisis democrática de Chile es una advertencia dramática para nuestro continente” y en el que denunciaba la política gubernativa. ¿Qué llevó al poeta a dar ese paso?
Neruda se rebeló contra la política de González Videla, elegido Presidente en las elecciones de
1946 con el apoyo del PC, y del cual fue jefe nacional de propaganda. Como el candidato radical no obtuvo el respaldo popular de sus antecesores -recibió sólo 40,1% de los votos-, debió ser ratificado por el Congreso Pleno, en que los radicales eran minoría. Pidió el apoyo de los liberales, que se lo dieron exigiéndole entrar al gobierno, moderar su programa y controlar a los comunistas.

Se formó un gabinete que incluyó tres ministros comunistas, pero el Presidente los sacó del
gobierno cinco meses más tarde, a raíz de las elecciones municipales de abril de 1947, en que el PC aumentó su votación y los liberales perdieron respaldo.

Una huelga legal de los sindicatos del carbón de Lota y Coronel en el invierno de 1947, en
demanda de mejores condiciones de trabajo y aumentos salariales, fue el pretexto escogido por González Videla para iniciar una política anticomunista y formar una mayoría parlamentaria con los partidos de derecha. Denunció un supuesto complot para sabotear la producción y la vida nacional obedeciendo instrucciones del exterior, convencido de que la Guerra Fría que comenzaba en Europa también se daba en Chile.

El paso siguiente fue decretar estados de excepción por el plazo máximo permitido por la
Constitución de 1925 -seis meses-, los que se renovaron en cuatro ocasiones: el país vivió, así, con las libertades públicas restringidas durante dos años y medio, en un clima de guerra interna y con un Estado policial sin precedentes. Centenares de dirigentes sindicales, incluyendo falangistas, fueron detenidos y relegados a distintos lugares: el campo de prisioneros de Pisagua reunió el mayor número de presos políticos.

La persecución arreció desde la promulgación de la primera Ley de Facultades Extraordinarias, el 22 de agosto de 1947, hasta enero de 1950, cuando expiró la última, que no fue renovada por oposición de falangistas y conservadores socialcristianos, que se incorporaron al gobierno constituyendo el “gabinete de sensibilidad social”. Ahí terminó la cacería de opositores.
Para impulsar esta política, González Videla llamó a los militares entregándoles no sólo la cartera de Defensa, que ocupó el general de Ejército Guillermo Barrios Tirado, agregado militar en Washington, sino también la dirección del gabinete: el contraalmirante Emmanuel Holger, jefe del Estado Mayor de la Armada, se convirtió en ministro del Interior. El gobierno decretó zonas en estado de emergencia en diversas ciudades, a cargo de militares que impusieron una estricta censura de prensa y un severo control de la actividad política. El general Pinochet estuvo un tiempo en Pisagua y después en Coronel.

Los comunistas fueron perseguidos desde más de un año antes que se promulgara la “Ley
Maldita”, el 3 de septiembre de 1948, cuya finalidad era eliminar al PC de la vida política y suprimir de los registros electorales a sus miles de votantes.

Neruda reaccionó contra este clima de guerra interna y motivó las iras del Presidente: “El terror, la intimidación, la censura de prensa y de radio, la delación instigada por el gobierno reinan en este momento”, escribió. Pero el poeta no estuvo solo en la denuncia de la situación política. El ahora ex Presidente Patricio Aylwin protestaba con duros términos por la política gubernativa en un artículo publicado en esos días en la revista Política y Espíritu: “El Gobierno, revestido de poderes dictatoriales por la Ley de Facultades Extraordinarias, prefirió imponer su voluntad ejerciendo discrecionalmente esos poderes. Su actuación puede acaso decirse que es legal; pero ha sido arbitraria, porque ha sobrepasado los fines de la ley, ha violado la equidad natural y aún ha atropellado muchos legítimos derechos. Pocas cosas
más penosas que ésta de un Gobierno que no invoca para privar a los hombres de su libertad otra razón que la que puede hacerlo. ¿Hasta dónde vamos a llegar por el camino peligroso en que nos encontramos?... Quiera Dios que al salir de esta triste etapa, resulten a salvo nuestras instituciones democráticas, las conquistas sociales de los trabajadores y el prestigio y dignidad internacional de Chile”.

Neruda ya había sido desaforado y pendía sobre él una orden de detención. En sus Memorias,
publicadas después del Golpe de Estado de 1973, González Videla dice que ordenó a Investigaciones “buscarlo y no encontrarlo”: se produjo, agrega, “una de las comedias más grotescas que ha forjado el comunismo: el poeta perseguido, el poeta encadenado y barbón... atravesando la cordillera a pie y a caballo”. La realidad fue otra: Neruda fue buscado intensamente por la policía. El director general de Investigaciones dio cuenta a la Corte de Apelaciones que desde un comienzo se “procedió a designar personal del Servicio a fin de que siguiera los pasos del señor Neruda, manteniendo sobre él una estrecha vigilancia; se colocaron puntos fijos en los domicilios en Santiago e Isla Negra y se dispuso vigilancia
especial en aquellos sitios en que concurría con mayor frecuencia”. Además, se hizo un seguimiento de numerosos vehículos “ocupados habitualmente por el señor Neruda” y se registraron decenas de propiedades. La presión lo obligó a vivir escondido durante un año y tuvo que escapar del país en el verano de 1949 para impedir una humillante detención.
Es necesario recordar este triste episodio, porque Neruda actuó con la palabra contra un gobierno que dañaba la democracia. El anticomunismo de González Videla tuvo pésimas consecuencias para el país: dividió al Partido Conservador y lo debilitó sin recuperación posible, pues un sector, encabezado por el doctor Cruz-Coke, estuvo en contra de la “Ley Maldita”; el Partido Radical se vio desacreditado ante la opinión pública por la traición cometida contra sus aliados de una década: dejó de ser el principal partido
de Chile y dio motivos para el regreso a La Moneda del ex dictador Carlos Ibáñez, que se impuso ampliamente en las elecciones presidenciales de 1952, llamando a “barrer a los políticos”: el mismo objetivo que se impondría, 30 años más tarde, el ex comandante del campo de prisioneros de Pisagua con muchos de sus compañeros de generación y civiles que apoyaron a González Videla.


Revista Siete + 7
16/07/2004
Número 119, Especial Pablo Neruda - Número 3

29 de enero: Fuga de 49 presos políticos de la cárcel Pública

La gran evasión

Mario Amorós
Rebelión


La noche del 29 de enero de 1990 medio centenar de presos políticos se fugaron de la cárcel pública de Santiago de Chile por un túnel que 24 militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) habían excavado a lo largo de un año y medio con herramientas tan rudimentarias como cucharas y tenedores. Aquella huida masiva dio la libertad a unos jóvenes detenidos principalmente en el “caso arsenales” o por el intento frustrado de tiranicidio contra Pinochet del 7 de septiembre de 1986, que habían sido torturados brutalmente durante meses y condenados a penas muy severas, incluso de muerte en el caso de siete de ellos.

El periodista Xavier Montanyà recupera aquel inolvidable episodio en su libro La gran evasió (Ara Llibres) con el objetivo de denunciar que muchos de aquellos combatientes antifascistas, que entregaron su juventud en la lucha por la libertad y tuvieron que exiliarse después de la huida, aún no pueden regresar a Chile porque son requeridos como prófugos de la justicia militar en unos procesos que estuvieron plagados de irregularidades.

Hasta el momento son escasos los trabajos publicados sobre el FPMR. Apenas un libro del antropólogo Hernán Vidal (Frente Patriótico Manuel Rodríguez. El tabú del conflicto armado en Chile. Mosquito Editores. Santiago, 1995); otro -muy insuficiente- de Ana Verónica Peña (Fuga al anochecer. Los Andes, Santiago, 1990) sobre este mismo episodio de la evasión de la cárcel pública; otro del pinochetista Luis Heinecke sobre el “caso arsenales” y el atentado contra el tirano (Verdad y justicia en caso arsenales y atentado presidencial. s.f.), que entrega abundante información procedente de los aparatos represivos de la dictadura. El mejor de todos hasta ahora era, sin duda alguna, el apasionante libro de la abogada Carmen Hertz y la periodista Patricia Verdugo sobre el atentado contra Pinochet: Operación Siglo XX (CESOC. Santiago, 1996).

La lucha del FPMR también ha sido examinada en muchos libros pero de manera general. En concreto, en mi primer libro dediqué un epígrafe a la fuga de enero de 1990 (http://www.rebelion.org/docs/5297.pdf) y en Rebelión publiqué en marzo de 2004 un extenso artículo sobre este mismo hito de la lucha popular contra la dictadura (http://www.rebelion.org/chile/040329mario.htm) con los testimonios de dos de sus protagonistas, Rafael Pascual y Jorge Martín, cuyas voces también llenan las páginas del libro de Montanyà.

Además, hace tres años el programa Informe Especial de Televisión Nacional de Chile difundió un buen documental preparado por la periodista Carolina Trejo sobre la fuga de la cárcel pública.

La gran evasió es el mejor libro sobre el FPMR. El mérito es de Xavier Montanyà, un periodista conocido por el admirable documental Granados y Delgado. Un crimen legal sobre la ejecución de estos dos militantes anarquistas por la dictadura franquista por unas acciones que no habían cometido. Su primer trabajo importante sobre Chile fue el documental Winnipeg, palabras de un exilio, sobre el buque en el que Pablo Neruda llevó a más de dos mil refugiados españoles a Chile en el verano de 1939, entre ellos los padres de Rafael Pascual y Jorge Martín.

El libro empieza con el atentado planificado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez contra Pinochet en la carretera que unía la casa del tirano en El Melocotón, en las precordillera andina, con Santiago la tarde del domingo 7 de septiembre de 1986, año declarado por el Partido Comunista como el “decisivo” en la lucha contra la dictadura. Montanyà destaca que antes de apostarse en sus posiciones los combatientes antifascistas escucharon las últimas palabras del Presidente Allende por Radio Magallanes la mañana del 11 de septiembre de 1973: “... Otros hombres superarán este momento gris y amargo en que la traición pretende imponerse...”.

La creación del FPMR respondió al giro histórico de la línea política del Partido Comunista de Chile tras la hecatombe de 1973. En el primer pleno del Comité Central tras el golpe de estado, el secretario general, Luis Corvalán, habló de “vacío histórico” para referirse a los errores en la política militar de su organización. El regreso del exilio de dirigentes tan connotados como Gladys Marín y el comienzo de las movilizaciones masivas contra la dictadura, a partir de la emblemática primera Protesta Nacional del 11 de mayo de 1983, alumbraron la línea comunista de la Rebelión Popular de Masas y es ahí donde encajó el papel de los combatientes rodriguistas.

Eran jóvenes formados en Cuba y la URSS y fogueados en las luchas internacionalistas en Nicaragua o El Salvador, muchos de ellos hijos de militantes comunistas, muy destacados, como Vassily y Víctor, hijos de Isidoro Carrillo (gerente de la Empresa Nacional de Carbón, fusilado en Lota en octubre de 1973) y Víctor Díaz (principal dirigente comunista en la clandestinidad, desaparecido a manos de la DINA en mayo de 1976), o sencillos, como Rafael Pascual y Jorge Martín.

El libro de Montanyà continúa con un amplio análisis de la historia del FPMR antes y después de su irrupción el 14 de diciembre de 1983, con un episodio importante: el frustrado desembarco masivo en la playa de Carrizal Bajo de un gran arsenal de armamento, con la detención de varios militantes por los servicios de inteligencia de la dictadura gracias a la ayuda de Estados Unidos, cuyos satélites detectaron los movimientos en aquel punto de la costa chilena.

Junto con el fallido tiranicidio, este hecho fue esencial en la Transición chilena, ya que el Partido Demócrata Cristiano y los sectores socialdemócratas del socialismo decidieron aislar al Partido Comunista y se avinieron a negociar con la dictadura, con los auspicios del gobierno de Reagan, que vio con gran preocupación (como documenta Montanyà) la potencialidad del FPMR, unida a las combativas y masivas movilizaciones populares.

También hay un espacio en este libro para recordar una de las masacres más crueles de la dictadura: en junio de 1987 la Central Nacional de Informaciones asesinó impunemente a doce militantes del FPMR en distintos puntos de la capital del país.

La segunda parte se centra ya completamente en la fuga del 29 de enero de 1990, con los testimonios de varios de sus protagonistas. Aquella noche 49 presos políticos (entre ellos siete condenados a muerte) se evadieron de la cárcel pública de Santiago a través de un túnel de cien metros excavado por los militantes del FPMR con una tenacidad e imaginación extraordinarias si tenemos en cuenta las herramientas tan rudimentarias que emplearon.

La mayor fuga de la historia de Chile ridiculizó a la dictadura y fue presentada por sus protagonistas como un saludo a la democracia que el país recuperaría en apenas un mes y medio, ya que el 11 de marzo Pinochet debía traspasar el poder al democratacristiano Patricio Aylwin, vencedor de las elecciones presidenciales del 11 de diciembre anterior.

Montanyá reconstruye de manera acuciosa la vida de los presos políticos en la penitenciaría, su resistencia diaria, la preparación del plan de la huida, la construcción del túnel y con un estilo emocionante nos hace revivir aquella noche que forma parte ya de la historia de un pueblo que desde finales del siglo XIX ha luchado por ser dueño de sus destinos, por construir una sociedad con justicia social y una verdadera democracia.

Mientras que el Partido Comunista, el movimiento de derechos humanos y los sectores consecuentes de la izquierda saludaron el heroísmo de estos compañeros, el actual presidente, Ricardo Lagos, entonces líder del Partido por la Democracia, consideró lamentable la huida, en unas declaraciones increíbles, que de manera muy oportuna recupera Xavier Montanyà: “Si hay presos que consideran que no ha habido un proceso adecuado respecto a su juicio, es necesario arbitrario las medidas para que exista. Este es el compromiso de las autoridades políticas del futuro gobierno y creemos que el camino adecuado es encontrar caminos para que todos tengan un proceso justo” (pp. 164-165).

El autor cierra su libro con las palabras que justifican esta comprometida apelación a nuestra memoria histórica, con una dedicatoria a aquellos partisanos que tuvieron que salir de Chile, convirtiéndose en los últimos refugiados de una dictadura que exilió a un millón de ciudadanos a lo largo de sus 17 años: “Que estas últimas líneas sirvan de homenaje a ellos, con el deseo de una futura anulación de sus procesos militares o de extrañamiento que les permita regresar a Chile e integrarse plenamente a la vida democrática por la que se jugaron la vida”.

Me uno a este deseo y espero también que este libro pueda ser publicado en español para que circule por las tierras al sur del Ebro, cruce el océano y la cordillera andina y lleve estas verdades a Chile, donde esta causa permanece en un olvido ominoso.

- Montanyà, Xavier: La gran evasió. L’heroica fugida dels últims exiliats de Pinochet. Ara Llibres. Badalona, 2006. 204 págs. www.arallibres.com Tf.: 93 389 94 70.




Vea el Reportaje de la Fuga de la Cárcel Pública:

http://embedr.com/playlist/fuga-de-la-carcel-popular

28 enero: Muere Ramona Parra





Ramona Parra


Ramona Parra, Nació el 28 de mayo de 1926. No se casó ni tuvo hijos. Su madre fue Aurelia Alarcón “En esos tiempos se estilaba que las mujeres se “mejoraran” en la casa, así es que el padre había contratado los servicios de una partera.

Esa noche, cuando doña Aurelia (madre de Ramona) empezó a sentir los dolores, su marido partió a buscar a la matrona. Estaba lloviendo. La calle era un barrial. La partera se negó. Desesperado el padre volvió a la casa y mandó a un tío a buscar un taxi. Nació la niña, el auto no llegaba. Doña Aurelia se desangraba. Ya como último recurso, el padre hizo una manda a San Ramón.-

Le pondré Ramona a la niña, si llega el auto antes que la llama alcance esta marca – prometió haciendo una cruz en la vela que le prendió al santo.El auto apareció en el preciso instante en que el fuego llegaba a la marca. Por fin partieron, pero a la mitad del camino al taxi se le reventó un neumático.- Siga así no más – gritó el angustiado padre –, yo le pagaré todos los daños. Mi mujer necesita urgentemente atención médica.Alcanzaron a llegar al hospital y doña Aurelia se repuso.” (Reportaje de Claudia Lanzarotti en Revista Ramona, martes 19 de febrero de 1972, Año I, N° 18) Fallece el 28 de enero de 1946, en el último año del gobierno de Juan Antonio Ríos, la CTCH (Confederación de Trabajadores de Chile) convocó a un mitin en la Plaza Bulnes, a las 19 horas.

El gobierno estaba en manos de Alfredo Duhalde, terrateniente radical, por enfermedad del Presidente. Osvaldo de Castro, amo de la COSATAN (Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta), entraba a La Moneda como a su casa. Después de cada visita salían de la casa presidencial nuevas medidas represivas contra los obreros del salitres.El 17 de enero, en un campamento de la Oficina Mapocho, cuando las mujeres llegaron a la pulpería a comprar los alimentos acostumbrados se encontraron con una novedad: todo era más caro. La Compañía, provocativamente, estaba violando el acuerdo con el sindicato de vender los alimentos a un precio convenido. Las mujeres y los obreros decidieron por lo tanto no comprar.

El sindicato apoyó los reclamos y pidió una explicación a la Compañía. La COSATAN, sin embargo, no explicó nada, mantuvo los precios y expulsó a varios de los que protestaban. Todos los obreros de las oficinas Mapocho y Humberstone pararon en solidaridad con el campamento afectado. El 22 de enero el gobierno quitó la personalidad jurídica a los sindicatos en conflicto. Esta torpeza, que borraba de un plumazo las conquistas sociales obtenidas después de decenas de años , de lucha y sangre, levantó a Chile entero.Ese fue el motivo por el que se convocó la concentración, donde Ramona Parra Alarcón, de 19 años, encontraría la muerte, asesinada por la policía.” (Reportaje citado)“A las siete de la tarde la Plaza Bulnes estaba totalmente repleta por una muchedumbre de una 20 mil personas. El lugar autorizado por la Intendencia de Santiago se hizo estrecho (detrás del monumento a Bulnes). La gente empezó a pechar por ocupar el espacio ubicado delante del monumento, pero carabineros no aceptó.

El diputado comunista se acercó a carabineros para solicitar autorización y realizar el mitin delante del monumento. La respuesta fue un sablazo en su cabeza. Empezó el enfrentamiento con carabineros por unos cinco minutos. Luego un oficial dio la orden de disparar. Iris Figueroa quien fuera regidora por el Partido Comunista y que se encontraba frente al Ministerio de Defensa y al lado de Ramona señala: “Ella levantó la cabeza no se paró en el pasto, y empezó a gritar: - Asesinos... tales por cuales ... nos matarán a nosotros, pedro vendrán muchos detrás... – Y después veo que le llega una bala. Lo que no recuerdo si en el ojo derecho o izquierdo, pero se lo voló así para afuera un poco. Esas fueron las últimas palabras de Ramona.”Junto a Ramona, en la Plaza Bulnes, cayeron otras 26 personas, pero oficialmente se informó de sólo 6 muertos. Ramona hizo sus primeros estudios en las Monjas Carmelitas y sintió vocación por lo hábitos.

La madre superiora le puso como condición para entrar al noviciado que primero debía estudiar en un colegio mixto, pololear, ir a fiestas y si después de esas experiencias seguía “sintiendo el llamado de Dios” que regresara.Luego ingresó al Instituto Superior de Comercio para estudiar Contabilidad.En 1945 entró a trabajar en Recalcine y continuó los estudios en cursos vespertinos. No alcanzó a titularse. El 15 de enero de 1944, Ramona, ingresó formalmente a las Juventudes Comunistas, junto a sus dos hermanas: Flor y Olga. Quienes conocieron a Ramona la describen como una muchacha hermosa, dulce, tierna, agradable, buena amiga, buena compañera. Inquieta y audaz en el cumplimiento de las tareas, brava en la lucha contra el fascismo, de una valentía extraordinaria expresión de su amor por los más humildes y sus ansias de justicia social. Fueron de su agrado las actividades propias de los jóvenes (las fiestas, el baile). Rebelde por naturaleza, en las Juventudes Comunistas trabajó en la Comisión de Propaganda de modo activo. Al ingresar a trabajar en Recalcine su interés fundamental era estar en la actividad con los trabajadores, en el sindicato.

En vida no dejó obras que se pudieran señalar como no sea su lucha por la justicia social, pero a su muerte, en la década del 60 surgen las Brigadas Muralistas “Ramona Parra” en su homenaje y que han dejado un legado imperecedero de murales a lo largo de todo el país. Conocido es el aporte hecho a la cultura durante la campaña de Salvador Allende en 1970 y su gobierno interrumpido por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. La actividad de las Brigadas Muralistas ha trascendido nuestras fronteras, han expuesto su arte en varios países del mundo, incluido París, Francia Siendo muy joven Ramona Parra abrazó la causa de la justicia social, la causa de la transformación de la sociedad por una más justa y libre y al adquirir ese compromiso lo hace con una entrega total. Su hermana Olga la recuerda diciendo: “Quizá algún día me case. Pero por el momento tomé ya un compromiso”.

Esa entrega y decisión la expresó en cada actividad juvenil en la que participó y en el sindicato, junto a los trabajadores del Sindicato de Recalcine junto a los cuales trabajó. Ramona está presente en el Mural de Mopocho (destruido por la dictadura), en cada muro rayado con consignas de la Jota, a la vuelta de cada esquina, en todo lugar por donde haya pasado la BRP,y en cada actividad de la juventud chilena.



http://educacion.pcchile.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=101&Itemid=32

sábado, 16 de enero de 2010

16 enero de 1912: Luis Emilio Recabarren funda "El Despertar de los Trabajadores"




El Despertar de los Trabajadores, Iquique, 20 /junio/1912

NO SE ENGAÑEN

La misión de nuestro periódico no es, especialmente, defender a los trabajadores

Acostumbrados los trabajadores a que algunos periódicos se llamaran defensores de ellos, vivieron muchos años habituados a que cierta prensa llamada obrera se quejara por ellos, gritara e insultara a los que oprimen al pueblo; acostumbrados los trabajadores a ese sistema, extrañan que 'El Despertar' no haga lo mismo.

No. La especial misión de 'El Despertar' no es defender al trabajador. La misión de 'El Despertar' es aún superior a eso. Es una misión más grande y que el trabajador, dentro de poco tiempo,sabrá apreciarla muy bien.

La misión de El Despertar es instruir, enseñar y guiar al trabajador, para que él solo se defienda de sus opresores. A esto se reduce la hermosa misión, la sublime labor de nuestro periódico.

Nosotros no queremos darnos el título de defensores de los trabajadores. Queremos solamente hacer comprender al trabajador las causas del mal y de la miseria en que vive. Queremos que aprenda a apreciar todo lo que vive cerca de él. Nuestra misión es decirle al trabajador lo que hacen en otras partes, sus hermanos, para salvarse de la miseria, a fin que si lo creen bueno, sabio y justo, lo imiten.

Nosotros comprendemos que al trabajador le falta valor para defender sus derechos, y en este caso, nuestra misión es darle al trabajador el valor que le falta, instruyéndolo, dándole fuerza moral. Nosotros reconocemos que el trabajador carece de fuerza y de voluntad para obtener el respeto que merece. Nuestra misión es, en este caso, indicarle dónde está y en qué consiste la fuerza que debe poseer el trabajador, y le indicaremos que debe unirse a sus demás hermanos, formando con ellos asociaciones que tengan por objeto contribuir verdaderamente al bienestar presente y futuro. Consideraríamos muy burgués el papel de defensores de los trabajadores.-

Queremos una misión más noble: Servir de guías, servir de luz para señalar el camino que conduce a la perfección. No queremos defender a los trabajadores. Queremos que ellos solos se defiendan, porque ya son grandecitos. Por eso desde estas columnas les enseñaremos a clasificar todas las acciones de la vida.

Le enseñaremos a clasificar lo que es explotación, opresión, robo, tiranía, injusticia y le enseñaremos la acción necesaria para combatir todo eso que es malo. Le enseñaremos que con el amor, fraternidad, unión, dignidad, entereza, sobriedad y valor podrá vencer todo lo malo y absurdo de nuestras costumbres presentes. Ojalá que los trabajadores supieran interpretar debidamente la grandeza de la misión de El Despertar y que comprendiéndola le presten cada día mayor apoyo.

Si nos tomáramos el papel de defender a los trabajadores, ellos se quedarían tranquilos esperando de nuestra acción su defensa y entonces los burgueses nos llamarían con razón intrusos.

En cambio dando al trabajador las armas y el valor, la asociación y la instrucción, haremos de cada trabajador un atleta, un gigante capaz de defenderse y de vencer. Eso es más noble, eso es más grande. . ,

¿Queréis, trabajadores, defenderos de todas las iniquidades, injusticias y tiranías presentes? Recibid los consejos y enseñanzas de El Despertar, obrad conforme a ellos en todo aquello que estiméis razonable y justo. Así seréis grandes y poderosos sin necesidad de defensores. Salud. Luis E. Recabarren S.



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El Despertar de los Trabajadores, Iquique, 22/junio 1912

NO TIENEN TIEMPO PARA CORTAR LAS CADENAS

En la acción inmensamente vasta y grande que realizamos todos los que queremos la más pronta emancipación proletaria; los que queremos libertarnos de todas las opresiones y esclavitudes; en esa acción que realizamos, vamos encontrando a cada paso expresiones que apenan el alma. Compañero, le decimos a uno, suscríbase a nuestro periódico, que es la publicación obrera. No puedo, dice, no tengo tiempo para leer. Tengo un trabajo que no me deja tiempo libre. Pero Uds. ya saben que siempre seré con Uds. Nos dirigimos a otro compañero, rogándole que nos sirva de agente, para que ayude, así, a sembrar nuestras hermosas ideas socialistas, de amor y libertad, que en un porvenir cercano darán tan soberbios frutos. No tengo tiempo compañero, es la respuesta.

No multiplicaremos ejemplos, puesto que basta con decir, que en general, y en todas partes y muy a menudo, vamos encontrando, a trabajadores educados y capaces de hacer mucho bien, que se alejan de toda ayuda; unos por cobardía, otros por inercia, otros por mil causas insignificantes. Pero cuando les ocurre una desgracia, una triste desgracia que llena sus hogares de lágrimas y miserias; cuando son víctimas de un abuso, que aumenta sus dolores y dificultades para vivir, entonces reniegan de su suerte, maldicen el destino, se quejan de malos amigos; protestan de los patrones y jefes calificándolos de despiadados e injustos; sólo entonces cuando la desgracia les aflige, piensan algunos en que sería buena una vida mejor, ganada a costa de la unión de los trabajadores.

Es verdad que a nuestra acción socialista educativa, moralizadora y emancipadora, coopera un puñado de valientes y entusiastas obreros, que nunca tal vez les faltará el amor y el valor, pero ¡qué triste es reconocerlo! son tan pocos ante el número inmenso de trabajadores que sufren la pena del trabajo brutal y de la miseria inclemente; sin que quieran dar un solo paso para tratar de alejar sus desgracias. Pero, es grato contemplar, entre el mar de la. indiferencia, ese puñado que se destaca luchando por amor a sus semejantes.

Esos pocos serán, siquiera, los que gastarán su paciencia y su tiempo para ayudar a cortar todas las cadenas que amarran al trabajador, a la esclavitud del trabajo mal pagado y de los vicios que los arruinan. Hace contraste esta abnegación con la indiferencia de aquéllos que nunca quieren tener tiempo para liberarse de la opresión.

Por esto es necesario insistir para vencer ese asco a la instrucción y a la libertad; ese asco a la cultura y al progreso que demuestran tantos trabajadores. No desmayemos, pues, hermanos, en la lucha y en el ideal. Formemos más calor, más fuego para derretir esos hielos. Luis E. Recabarren S.


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El Despertar de los Trabajadores, Iquique, 5/agosto/1912.

YO PENSABA QUE ERA LIBRE

(Monólogo)

¡Pobres ilusiones mías! Hasta ayer, yo me consideraba libre y ha bastado un momento solo de calmada reflexión para que yo me haya convencido de que vivo en honrosa esclavitud. ¡Pero, qué cruel esclavitud! ¡Qué duras y qué amargas son las cadenas que me atan a esta vida!

Soy joven todavía, y ya tengo cuatro hijos, que son pequeños, que no pueden trabajar y que tienen que comer y vestir. Juntos el trabajo de mi compañera y el mío no me alcanzan para llevar una vida medianamente agradable. Ella, mi compañera, tiene que trabajar todo el día. Somos seis. Ella tiene que cocinar, cosernos la ropa, que lavar, que asear la casa. ¿Ella es libre? Pobre mujer mía, y yo que algunas veces hasta la he golpeado, cuando he llegado curado a la casa! ¿Ella es libre? ¡Pobrecita! Veo que su trabajo es tan esclavizado como el mío.

Si yo dejara de trabajar nos moriríamos de hambre y de mugre. ¿Y cómo me dicen que soy libre? Libre para escoger un patrón; que casi siempre me toca malo. Libre para buscar trabajo, que siempre es brutal, mortífero, arriesgado, y mal pagado. Sí, soy libre, puedo trabajar donde quiera: si en las barretas, cualquier día un tiro traidor me mata; si de particular o de carretero, siempre tengo la vida en un pelo; si voy a la máquina; ¡Cuántos no han muerto quemados por el caldo del salitre. ¡Sí, pero dicen que soy libre!

Si no pago mis deudas porque mi salario no alcanza, mis acreedores me niegan sus créditos y eso llenaría de mayores miserias mi pobre hogar. Yo quisiera vivir en una casita más decente, porque me parece que tendríamos mejor salud, pero no puedo, no las hay mejores. ¡Sí, pero dicen que soy libre! ¿Libre para qué?

Y así se atreven a exigirme que contribuya con dinero para celebrar las fiestas de la libertad. ¿Será para que celebremos nosotros la libertad de los ricos? jEso es muy absurdo!

El otro día fui al pueblo a comprar unas medicinas, para mi hijito enfermo, llevaba diez pesos. Cuando llegué al pueblo me tomaron preso por curado, ¡y yo no había tomado nada! Me quitaron los diez pesos y me atracaron una multa de treinta pesos! ¡Fue en vano que yo protestara! ¡Y se atreven a decir que soy libre! ¡Y se atreven a pedirme que haga fiestas para celebrar una libertad que no tengo!

¡Mi hijito se murió, porque no tuve cómo cuidarlo bien en su enfermedad! ¡Pobrecito! Por su muerte yo he quedado más pobre, y más lleno de deudas que nunca. ¡Oh, qué hermosa es mi libertad!

¡Sí, es muy hermosa mi libertad! Mi mujer no tiene ropa que ponerse; mis hijos andan desnudos, sin zapatos siempre; ¿y yo? yo no ando mejor. Sí, pero de todas maneras haremos fiesta porque la máquina parará y nuestros salarios cundirán mucho menos que los otros meses. ¡Felices los que llenarán sus bolsillos en esos días vendiendo sus licores corruptores! ¡ Desgraciados los que aumentan su miseria!

Luis E. Recabarren S.


Fuente: http://www.luisemiliorecabarren.cl/?q=node/1017